Edgardo Mocca: La ideología cualunque, o el disfraz honestista y campechano del facho.

La siempre original y novedosa antipolítica, un cuento más viejo que el aujero del mate, tuvo su origen en italia con el cualunquismo, que surgió cuando el fascismo estaba mal visto y el cretino explotador necesitaba otra portada para salir a la calle, y hete aquí que sale la revista Il Uomo Cualunque, como quien dice El Hombre de a Pie, que predicaba la sorprendida desconfianza ante los políticos, esos señores que no producen ni trabajan y cobran tanta plata. Adivinen el apellido de uno de los ideólogos de esta simpática movida. Una pista: era miembro, o al menos pariente cercano de miembros prominentes de la Ndrangheta. Por estos lares, la antipolítica posa sus patas de paloma blanca cada vez que parece que le van a tocar una moneda a un honesto señor que se ha ganado honestamente algunos cientos de millones con alguna que otra honesta fuga, honesto blanqueo, honesto tráfico de influencias, honesta especulación, o que tal vez necesita despedir honestamente a algunos cientos o miles de trabajadores porque no le alcanza, honestamente, para pagarles el sueldo -pese a los millones de subsidio que recibió pocos meses atrás del Estado al que clama por piedad- Es entonces, decíamos que la blanca paloma de la antipolítica posa sus inmaculadas patas sobre los balcones santamente indignados con el sueldo de los políticos, y sus ocupantes toman sus cacerolas y protestan, no por la guita fugada del préstamo más grande que haya hecho el FMI en toda su historia, que no fue ni a escuelas, ni a hospitales, que a medio hacer se clausuraron y ahora hay que acondicionar a toda velocidad, ni a generar trabajo para los que lo necesitan; no, no protestan porque es intolerable la estafa, la expoliación y la basureada que nos comimos durante cuatro años; protestan porque los políticos, los de ahora, que no son CEOs de nada, que se restan noches de sueño tratando de capear la peor crisis que cualquier persona viva en este planeta recuerde, porque estos políticos cobran un sueldo alto. Perdón, me fui al pasto. Read more

La siempre original y novedosa antipolítica, un cuento más viejo que el aujero del mate, tuvo su origen en italia con el cualunquismo, que surgió cuando el fascismo estaba mal visto y el cretino explotador necesitaba otra portada para salir a la calle, y hete aquí que sale la revista Il Uomo Cualunque, como quien dice El Hombre de a Pie, que predicaba la sorprendida desconfianza ante los políticos, esos señores que no producen ni trabajan y cobran tanta plata. Adivinen el apellido de uno de los ideólogos de esta simpática movida. Una pista: era miembro, o al menos pariente cercano de miembros prominentes de la Ndrangheta. Por estos lares, la antipolítica posa sus patas de paloma blanca cada vez que parece que le van a tocar una moneda a un honesto señor que se ha ganado honestamente algunos cientos de millones con alguna que otra honesta fuga, honesto blanqueo, honesto tráfico de influencias, honesta especulación, o que tal vez necesita despedir honestamente a algunos cientos o miles de trabajadores porque no le alcanza, honestamente, para pagarles el sueldo -pese a los millones de subsidio que recibió pocos meses atrás del Estado al que clama por piedad- Es entonces, decíamos que la blanca paloma de la antipolítica posa sus inmaculadas patas sobre los balcones santamente indignados con el sueldo de los políticos, y sus ocupantes toman sus cacerolas y protestan, no por la guita fugada del préstamo más grande que haya hecho el FMI en toda su historia, que no fue ni a escuelas, ni a hospitales, que a medio hacer se clausuraron y ahora hay que acondicionar a toda velocidad, ni a generar trabajo para los que lo necesitan; no, no protestan porque es intolerable la estafa, la expoliación y la basureada que nos comimos durante cuatro años; protestan porque los políticos, los de ahora, que no son CEOs de nada, que se restan noches de sueño tratando de capear la peor crisis que cualquier persona viva en este planeta recuerde, porque estos políticos cobran un sueldo alto. Perdón, me fui al pasto. Read less