No nos extraña la mañana cuando despunta las sierras y el sol baña nuestros cuerpos alimentándonos con la energía mas pura y sana. No olvidamos el contacto de nuestras manos con la tierra que se reconocen como hechas por el mismo artesano. No perdimos la brújula en la noche con sus lunas y estrellas que nos guían aun desde tiempos remotos. No disminuimos nuestra capacidad de entendernos con nuestros hermanos animales cuando sabemos que no estamos solos en este viaje terrestre. La maravilla, la sorpresa, el designio, el misterio, la señal acechan en todos lados, a cada momento. Las montañas no tienen rocas. Ni el mundo tiene individuos. Las rocas son la montaña, los individuos son el mundo. El universo es una totalidad. La felicidad es ser nosotros mismos en el medio que nos corresponde. Si nos vemos a nosotros mismos, no estamos vacíos, ni solos. Nadie viene, nadie va. Todo está aquí siempre. Esto no tiene comienzo ni fin.